viernes, 13 de septiembre de 2013

Vuelta al cole

Empezamos este post con un título un poco clásico para esta época del año pero es que expresa muy fielmente cómo nos sentimos tras el verano. Ahora toca retomar la jornada completa de trabajo, volver a ponerse las botas de invierno y, en general, poner en marcha los proyectos en los que hemos pensado estos meses. Porque, realmente, el año empieza ahora y no en enero. Ahora es cuando uno se apunta al gimnasio para intentar "amortiguar" los excesos estivales, es tiempo de estudiar esos idiomas en los que nunca nos acabamos de sentir "bilingües", etc. 
Para endulzar esta vuelta a empezar, tenemos el propósito de contaros, post a post, cómo nos han ido los viajes veraniegos e incluso los viajes de víspera del verano.
Ya sabéis que nuestra religión patatera nos impone viajar al menos una vez al mes y como somos buenos creyentes, cumplimos con ello. En estos meses de julio y agosto tuvimos ocasión de continuar explorando Transilvania. 
El calor apretaba en Bucarest cuando una tarde de viernes cogimos uno de los modernos trenes que circulan por nuestro país de adopción para dirigirnos a Sighișoara. Tras solo unas cinco horas de viaje y unos 220 kilómetros más a nuestra espalda, llegamos a esta perlita de los Cárpatos.
Y aunque nos encanta ironizar, lo de perlita no va con segundas, puesto que es una ciudad encantadora. Además, parece ser que la diosa fortuna estaba de nuestro lado y encontramos el lugar engalanado, con mucha propiedad, para celebrar una feria medieval (www.sighisoaramedievala.ro). 
Su centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1999, estaba adornado por pendones y banderas. Había damiselas y caballeros por cada rincón de la ciudad. Donde además se podía disfrutar de cerveza, comida y especialidades de la zona.
Como detalle curioso, decir que de allí procede Drácula o, más bien, el hombre que inspiró a Bram Stroker: Vlad Tepes. De hecho, aún se conserva el edificio en el que nació, reconvertido a restaurante. 
Otros puntos de interés del casco antiguo son su ciudadela medieval, la torre del reloj, la iglesia del monasterio dominico, Piaţa Cetăţii, los 172 escalones de la escalera cubierta (aunque para escaleras duras las de la Fortaleza de Poenari, pero eso os lo contaremos en otro post), el cementerio alemán (no olvidemos que es parte del País Sajón rumano), etc.
Como ya sabéis que nos encanta la buena gastronomía y que nos mimen, no podemos olvidar hablaros de la Pension am Schneiderturm, una casita rural más que recomendable si decidís pasaros por esta ciudad. Con un dueño amabilísimo, te alegran la mañana con un rico y completo desayuno compuesto de productos ecológicos y artesanos de la zona: quesos, embutidos, zumos, mermeladas, miel, bizcochos, etc. Hemos de decir que la mejor gastronomía de Rumanía la descubrimos en la región transilvana.  
Ese viaje lo cerramos muy "draculianamente", pues de allí nos marchamos rumbo al castillo de Bran. Aunque de renombre mundial, la verdad es que no es ni comparable al castillo de Peles (Sinaia). Su interior está peor conservado, cuenta con menos mobiliario y adornos aunque, por supuesto, es visita obligada en el país. La zona en la que se encuentra parece un parque temático muy simple. No es para dedicarle más de media mañana.
Y por esta noche nos retiramos, pues el sueño acucia y el hambre aprieta. 

  

domingo, 30 de junio de 2013

La ciudad de la sabiduría

Seguramente muchos de vosotros habréis pensado automáticamente en Sofía, y no estáis del todo equivocados.
El último viaje de las patatas hasta la fecha ha sido a la capital búlgara pero, contra lo que pueda parecer, su nombre no hace honor a la filosofía, sino a una iglesia de la ciudad. Allá por el siglo XIV era lo primero que se divisaba cuando uno se aproximaba a la, por aquel entonces, "Serdica". Esta iglesia, y por extensión la ciudad, fue nombrada así por el concepto cristiano de Santa Sabiduría.
Tras esta breve lección de historia que una simpática búlgara nos explicó, nuestra primera reflexión sobre la ciudad es que es un grato lugar al que ir para pasar entre uno y dos días.
Lo que a nuestros oídos había llegado sobre Sofía no eran en general comentarios halagüeños, pues nos habían hablado de lo deteriorada y poco cuidada que estaba. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. 
Nos pareció una ciudad agradable, pequeña, con un casco histórico interesante y unos habitantes acogedores.
Realmente, el sábado fue más que suficiente para ver la ciudad. Desde buena mañana nos pusimos a pasear por la Universidad, la Catedral de Alejandro Nevski, la iglesia rusa, algunas ruinas, etc. El calor era sofocante, por lo que recomendamos visitar la ciudad en la temprana primavera o en otoño. 
Además de la parte cultural, como siempre, dimos buena cuenta de la comida tradicional. El sábado por la noche fuimos a un restaurante de comida típica en el que además degustamos licores como la "rakia" y pudimos ver bailes populares, danzados sobre brasas candentes.
Para aquellos que amen la fiesta, Sofía es sin duda, también un buen destino.






domingo, 16 de junio de 2013

Volcanes de lodo

Extraño, ¿verdad? Si no fuesen las montañas verdes situadas al fondo bien podríamos pensar que nos encontramos ante una foto lunar. Y es que este grisáceo paisaje se encuentra en Rumanía, cercano a la ciudad de Buzau. 
Como más de un autóctono nos había hablado de las maravillas de este lugar, aprovechamos una de las múltiples visitas que recibimos para ir allí e inspeccionar sobre el terreno.
Los "Vulcanii Noroiosi", o volcanes de lodo, son unas formaciones encontradas en el siglo XIX al hacer prospecciones petrolíferas (de hecho, Rumanía fue el primer país del mundo en el que se explotó comercialmente el petróleo). En un país en el que se encuentran leyendas vampíricas en cada aldea, suponemos que imaginarían que se trataba no menos que de una boca al infierno. Y no es para menos, ya que cada pocos segundos se escuchan el "plop, plop" de las burbujitas que explotan y se pueden contemplar las pequeñas erupciones que se forman constantemente.
Al parecer, la razón de que se generen estas erupciones son gases que se encuentran bajo tierra y que causan reacciones geológicas muy parecidas a la expulsión de lava.
El viaje de Bucarest a los volcanes se hace un poco lento y se precisa de una cierta pericia para esquivar adelantamientos por derecha e izquierda. Además, hay que llegar a entender que el andén puede ser considerado un carril más. ¿Por qué conformarse con carreteras de dos carriles cuando de la nada se pueden sacar cuatro?
Una vez allí, la visita se resume en un paseo y la toma de unas cuantas fotografías, no llevando más de una hora. Para complementar la excursión, se puede aprovechar y hacer un picnic en la base (no dentro del cráter, ¡qué nadie se asuste!).
De vuelta ya a Bucarest, todo amante de las piruetas y la escalada de pacotilla que se precie, ha de pasarse por Tabăra de sculptură Măgura, que precisamente está a ocho kilómetros de Magura.
Este lugar, levantado entre los años 70 y 80 por escultores rumanos, alberga 256 estatuas de distinta índole. Aunque muchas de ellas no están bien cuidadas ni conservadas, merece la pena pasarse por allí si uno va a Noroiosi.
Como la edad no es sinónimo de madurez, algunos de los integrantes de la expedición se entretuvieron escalando por las estatuas e incluso bailando sobre ellas.




domingo, 19 de mayo de 2013

Fin de semana turístico en Bucarest

Tras casi dos meses sin actualizar el contenido de este blog, retomamos la escritura para hablar de dos lugares típicos que visitar en Bucarest si uno decide pasar un fin de semana aquí: el "Museo Nacional del Pueblo"y el "Palacio del Parlamento"

Aprovechando los maravillosos días de primavera de los que disfrutamos en Bucarest, uno puede acercarse a pasear por el parque Herastrau, sacar alguna foto al Arco de Triunfo rumano y, ¿por qué no?, ir al "Museo Nacional del Pueblo". Se trata de una exposición muy especial (al aire libre) con viviendas, iglesias, embarcaderos y demás construcciones traídas de toda Rumanía para que el visitante pueda conocer las edificaciones típicas y tradicionales de cada punto del país. Inaugurado en 1936, su existencia ha estado repleta de altibajos y anécdotas, siendo hoy un lugar agradable por el que pasear y gracias al cual conocer un poco más la historia de Rumanía.

Siguiendo con edificios emblemáticos, no podía faltar el polémico "Palacio del Parlamento". Mandado construir por Ceausescu a mediados de la década de los 80 y con un coste de más de 3.000 millones de euros, se trata del segundo edificio más grande del mundo en superficie (tras el Pentágono de EEUU). Se puede visitar parcialmente su interior, mediante visitas guiadas, de una duración de 45 minutos. Dentro se pueden ver amplias salas, decoradas con maderas nobles, lámparas de araña y mármol, proviniendo todos los materiales del propio país.También dentro del "Palacio del Parlamento" uno puede acercarse a conocer el "Museo Nacional de Arte Contemporáneo".

jueves, 21 de marzo de 2013

"MĂRŢIŞOARE"

Aunque el día del que vamos a hablar ya pasó, nos pareció apropiado no publicar este post hasta hoy, primer día de la primavera.
El 1 de marzo se celebra en Rumanía el "MĂRŢIŞOARE". En este día, los hombres (o las amigas entre ellas) agasajan a las mujeres que conocen (esposas, novias, amigas, compañeras de trabajo, etc) con unos broches y, a veces, con sencillos ramilletes de flores, que marcan, de algún modo, el inicio de la primavera.
Estos broches se llaman "MĂRŢIŞOR". Se trata de pequeños objetos confeccionados manualmente (aunque el negocio se impone, y las joyerías empiezan a vender piezas de plata y oro), de materiales diversos (madera, cerámica, fieltro, vidrio, flores prensadas, plumas...) a los que se ata un cordón rojo y blanco. Usualmente representan tréboles de cuatro hojas, mariquitas, golondrinas, flores o, incluso, deshollinadores, ya que se creen que toparse con uno de estos últimos es señal de buena suerte.
Tradicionalmente las mujeres los llevaban colocados sobre el pecho, adornando sus chaquetas, camisas, etc. Normalmente se reciben varios, y se decide portar el del "amado" o el que más bonito parezca.
Se cree que quien lleva estos broches, tendrá un año de salud, suerte, protección y belleza.

domingo, 3 de marzo de 2013

Sibiu, país sajón

A finales de febrero hicimos una nueva incursión en el interior de Rumanía, esta vez en una agradable ciudad transilvana: Sibiu.
La peor parte del viaje, con mucho, son las seis horas en tren desde Bucarest. Al principio la idea parece encantadora, casi romántica: seis horas en tren, viendo el paisaje, leyendo, disfrutando de la buena conversación... este sentimiento se termina a las tres horas de viaje, cuando ya es de noche, no se ve nada por la ventanilla y uno solo quiere estirar las piernas y correr.
Con todo y eso, Sibiu es una visita más que recomendable, sobretodo para aquellos que estén motorizados.
Una vez llegamos allí nos sorprendimos con la no desdeñable cantidad de edificios y fábricas abandonados. No parecía algo propio de una ciudad que en 2007 fue Capital Europea de la Cultura. Pero, como descubriríamos a la luz del sol, era solo la primera apariencia.
El hostalito en el que nos alojamos era muy agradable (aquellos que quieran ir, que nos pidan los datos de contacto). Sobre nuestra cama había bombones, los gallos cantaban bajo la ventana al amanecer, y ofrecían un copioso (price included) desayuno inglés... en fin, lo perfecto para un fin de semana de relax.
Ya el sábado nos acercamos al casco histórico, a descubrir las tres plazas: Piata Mica, Piata Mare y Piata Huet. En un entorno típicamente sajón, estas tres plazas se encuentran interconectadas formando el núcleo cultural y museístico de la ciudad.
Además del recorrido peatonal que merece la zona, entramos en varios de los museos y galerías de Sibiu: el museo de Historia y el museo Franz Binder de Etnología. La visita a este último podríamos calificarla como "genial" porque contamos con un improvisado guía. Sin lengua en común en la que entendernos, consiguió explicarnos (o gesticularnos) casi cada una de las piezas expuestas, nos agasajó con un libro y muchas postales. El pago a cambio, fue tener que sentarse durante una hora a ver vídeos de marionetas que representaban cuentos populares del país.
Tras la dosis de conocimiento, pasamos a nuestras ya clásicas investigaciones culinarias: nunca nos marchamos de un lugar sin probar los platos típicos.No tenemos muy claro que lo que almorzamos ese sábado en Sibiu fuese algo típico, pero sin duda estaba delicioso: trucha al horno con arroz serbio y rollo de pollo, queso y pimiento con patatas rústicas. Todo ello regado con un rico caldo chileno y culminado con unos crepes de queso amargo.
Ya por la tarde, visitamos iglesias varias y subimos a ver las vistas de la ciudad desde la torre del Concejo (en la que una de las Patatas dejó para siempre su ADN impreso en una viga del techo y se llevó de recuerdo un chichoncito).
El domingo sólo pudimos aprovechar las horas de la mañana, que pasamos en el museo Brukenthal, considerado la mejor galería de arte de Rumanía. Cuenta con obras de pintores como van Eyck, Bruegel o Jordaens.
En definitiva, Sibiu aunque lejos de Bucarest, es una ciudad a tener en cuenta en la ruta de todo turista por Rumanía. 

sábado, 2 de febrero de 2013

Viena&Bratislava

Las fiestas navideñas, nuestro regreso a casa y la vuelta aquí han hecho que nos demoremos, más de lo habitual, en actualizar nuestro blog. Este tiempo de ausencia no ha estado carente de nuevas experiencias y celebraciones, incluyendo dos fiestas de fin de año: la católica española y la ortodoxa rusa.

Pero, quizá lo más destacado en este tiempo haya sido el viaje a Viena&Bratislava. 

En un principio Viena era la excusa y Bratislava el complemento pero la percepción final es que ambas ciudades tienen su propio encanto, cada una a su manera.

La nieve nos acompañó durante todo el recorrido, tanto en nuestras visitas a los palacios vieneses (Hofburg, Schoennbrunn y Belvedere),  como en nuestros paseos por el Ringstrasse (Parlamento, Ayuntamiento, Ópera, Universidad, etc.). 

Aunque parezca mentira, una de las visitas más divertidas, fue a los apartamentos de Sisi, porque el caracter de la emperatriz y sus aficiones eran, cuanto menos, sorprendentes y extrañas: desde beber el jugo de la ternera, a lavarse el pelo con huevo, hasta sus poemas oscuros sobre su vacía vida.

Además de estos monumentos ya famosos, en Viena visitamos también otros lugares más curiosos, como el gran cementerio de la ciudad, en el que están enterrados conocidos músicos. Pero lo mejor de ese cementerio, era el restaurante que hay frente a él. Se trata de un caserón casi abandonado, en el que no hay luz eléctrica, pero en el que se sirve deliciosa comida típica austriaca, como schnitzel relleno de lentejas. No hemos sido capaces de memorizar el nombre de los platos que tomamos pero, por si hay interesados, era el menú degustación para tres. 

El schnitzel no fue el único plato típico que tomamos allí. Como este viaje era una ocasión especial, fuimos también a un lugar especial para tomar la "sachertorte": el "Hotel Sacher", que da nombre a esta rica tarta de chocolate.

 





Y si seguimos pensando en tartas, hemos de mencionar Bratislava: sin duda la tarta de queso más buena que habíamos probado en mucho tiempo.

Pero no penséis que nuestros viajes de turismo son solo gastronómicos. Bratislava, "la joya oculta de Europa" para algunos, es una pequeña capital, casi un pueblo en el corazón de Centroeuropa. A una hora de Viena, merece la pena pasar un día paseando por su casco antiguo, visitar su palacio, sus originales estatuas escondidas en los rincones menos esperados, la Iglesia Azul...

En definitiva, un gran viaje, lleno de mucha cultura, mucha buena comida, genial compañía y rica cerveza. ¡Ah! Y sin olvidar la noria de Viena, que romántica se eleva sobre la ciudad imperial desde el siglo XIX.