domingo, 3 de marzo de 2013

Sibiu, país sajón

A finales de febrero hicimos una nueva incursión en el interior de Rumanía, esta vez en una agradable ciudad transilvana: Sibiu.
La peor parte del viaje, con mucho, son las seis horas en tren desde Bucarest. Al principio la idea parece encantadora, casi romántica: seis horas en tren, viendo el paisaje, leyendo, disfrutando de la buena conversación... este sentimiento se termina a las tres horas de viaje, cuando ya es de noche, no se ve nada por la ventanilla y uno solo quiere estirar las piernas y correr.
Con todo y eso, Sibiu es una visita más que recomendable, sobretodo para aquellos que estén motorizados.
Una vez llegamos allí nos sorprendimos con la no desdeñable cantidad de edificios y fábricas abandonados. No parecía algo propio de una ciudad que en 2007 fue Capital Europea de la Cultura. Pero, como descubriríamos a la luz del sol, era solo la primera apariencia.
El hostalito en el que nos alojamos era muy agradable (aquellos que quieran ir, que nos pidan los datos de contacto). Sobre nuestra cama había bombones, los gallos cantaban bajo la ventana al amanecer, y ofrecían un copioso (price included) desayuno inglés... en fin, lo perfecto para un fin de semana de relax.
Ya el sábado nos acercamos al casco histórico, a descubrir las tres plazas: Piata Mica, Piata Mare y Piata Huet. En un entorno típicamente sajón, estas tres plazas se encuentran interconectadas formando el núcleo cultural y museístico de la ciudad.
Además del recorrido peatonal que merece la zona, entramos en varios de los museos y galerías de Sibiu: el museo de Historia y el museo Franz Binder de Etnología. La visita a este último podríamos calificarla como "genial" porque contamos con un improvisado guía. Sin lengua en común en la que entendernos, consiguió explicarnos (o gesticularnos) casi cada una de las piezas expuestas, nos agasajó con un libro y muchas postales. El pago a cambio, fue tener que sentarse durante una hora a ver vídeos de marionetas que representaban cuentos populares del país.
Tras la dosis de conocimiento, pasamos a nuestras ya clásicas investigaciones culinarias: nunca nos marchamos de un lugar sin probar los platos típicos.No tenemos muy claro que lo que almorzamos ese sábado en Sibiu fuese algo típico, pero sin duda estaba delicioso: trucha al horno con arroz serbio y rollo de pollo, queso y pimiento con patatas rústicas. Todo ello regado con un rico caldo chileno y culminado con unos crepes de queso amargo.
Ya por la tarde, visitamos iglesias varias y subimos a ver las vistas de la ciudad desde la torre del Concejo (en la que una de las Patatas dejó para siempre su ADN impreso en una viga del techo y se llevó de recuerdo un chichoncito).
El domingo sólo pudimos aprovechar las horas de la mañana, que pasamos en el museo Brukenthal, considerado la mejor galería de arte de Rumanía. Cuenta con obras de pintores como van Eyck, Bruegel o Jordaens.
En definitiva, Sibiu aunque lejos de Bucarest, es una ciudad a tener en cuenta en la ruta de todo turista por Rumanía. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario